sábado, 26 de marzo de 2011

Las escuelas -- La Torre


El edificio conocido por La Torre era en realidad una escuela, pero durante el tiempo que vivi en San Andrés nunca la vi cumpliendo su función como tal,bueno,miento, el ultimo año de mi estancia alli se iniciaron las clases para niños y niñas ya que habia dos grandes aulas. Todo el tiempo que estuvo cerrado,sirvió como lugar de encuentro para todos los crios que vivianos próximos al edificio y que formabamos la pandilla de La Torre, rivales de la Villa Arriba que la formaban los que vivian por el puente de la carretera de Taganana y la Villa Abajo, compuesta por los que vivian próximos a la playa,
     También a su alrededor  giraban la mayoria de los juegos habituales y hasta el propio edificio era partícipe de nuestros juegos.                        


            Toda la construcción estaba rodeada por un parterre  plantado con diversas  plantas ornamentales de las que destacaban una grandes matas de margaritas, cañas indias y sobre todo, varios grupos de” malvas locas”  que daban unas grandes flores de variados colores que las usabamos para cazar hermosos abejorros que acudian a libar el dulce nectar de sus pistilos.Cuando un abejorro se posaba dentro de la flor te acercabas con cuidado. Mientras el insecto  estaba absorto en su trabajo, cerrabas rápidamente los grandes pétalos de la flor quedando atrapado  el pobre animal . Tenias que tener mucho cuidado  como cogias la flor porque dentro, el abejorro se debatia por salir haciendo un fuerte zumbido.
Fotos flores cedidas por : Toti c  
En alguna ocasión su aguijón traspasaba el pétalo floral  clavándotelo en un dedo y al momento  te producia una reacción local con enrojecimiento   y picor en la zona de la picadura y poco mas tarde sentias un fuerte dolor  a la vez que el dedo se engordaba  por la inflamación. Menos mal que teniamos un  remedio  infalible para amortiguar el escozor y evitar  que la hinchazón progresara. Consistia en orinarte la parte dañada (toda la mano) y mantener la orina el mas tiempo posible para permitir, que el amoniaco  contenido en ella, ejerciera eficazmente la funcion de un  antihistamínico. El remedio funcionaba y aliviaba el picor y el dolor, aunque el malestar y la hinchazón, no desaparecia del todo hasta pasado un par de dias. A pesar de este inconveniente,seguiamos cazando abejorros. Aunque a veces éramos nosotros los cazados, porque cuando estábamos mas enfrascados entre las plantas  detrás de algún abejorro, aparecia el guardia  sr.Valerio con su porra y  salíamos a escape antes que nos pillara .

               Otro uso del colegio La Torre era cuando jugábamos a “los Hermanitos”. Consistia en hacer dos grupos, más o menos equilibrados de edad y posibilidades físicas, escogidos por los dos mas mayores, que en este caso ,eran mi hermano “Panchín” y Zenón, hijo mayor del “Currillo”. El resto de la pandilla: Pepito …… Morales, nieto de Lucia  Morales,  José, Goyito, Ezequiel y Momo  los “Peinador”, Ignacito Baute España,  Pascasio, hermano de Zenón, José  el “Cachirule” , Antonio  Baldeón, primo de los Baldeón del circo,  José Victor Marrero, Pancho,  creo que Morales, hijo de Ramón el de la tienda y Aguedita, Orlando, Crispin,  Roque y un largo etc.  nos alternábamos   cuando compartiamos juegos y travesuras,  y cuando lo haciamos a  la pelota  o como ahora, a “los Hermanitos”, nos distribuian entre ambos equipos. Se echaba suerte a ver que grupo tenía que perseguir al otro y hacerlo prisionero. A medida que se iban cogiendo a  los del otro grupo, se llevaban a la “carcel”  donde quedaban retenidos en espera que algún compañero viniera a salvarles. Para evitarlo, se quedaban dos o trés de guardia  porque si venian algun compañero de los que estaban presos y los tocaba con la mano, quedaban libres hasta que nuevamente fueran cogidos, y asi hasta tenerlos presos a todos, El llamarse al juego “los Hermanitos” era por estar todos los “presos” cogidos de la mano (como los hermanos)  formando una larga cadena para facilitar el “toque”el compañero que viniera corriendo a salvarles esquivando a los guardianes. Todo el juego se desarrollaba alrededor del colegio, escondiéndonos entre las matas  y  corriendo por  las calles adyacentes,
                        En el  lateral  izqdo. del colegio, existia una escalera de madera que subía a la azotea donde se situaba la torreta con  el reloj, que nunca  vi funcionar, y daba el nombre  de La Torre al  edificio y a todo su entorno. La escalera tenia un primer tramo de unos 13 -14 escalones con un pequeño rellano que facilitaba  el giro a la derecha del segundo tramo formado por unos 7-8 escalones más. Al lado, un espacio ajardinado comprendido por una pared de piedras de algo mas de un metro de alta  y de una profundidad de tres o cuatro metros hasta la pared de la casa que iniciaba la primera de un grupo de viviendas.  Entre otras, se encontraban la panaderia, la escuela de doña Celia y la casa de Alfredo el curandero.
                       La escalera  formaba parte importante en los juegos infaniles de los niños que viviamos  en los contornos de La Torre. Competiamos a ver quien saltaba mas escalones de golpe,subiamos y bajabamos de forma continuada , nos escondiamos detrás de ella, nos columpiabamos en su baranda,…. Le dábamos toda la utilidad que la imaginación juguetona de  la edad podía crear. Era el  objeto de juego que sustituia a los aparatos de los parques infantiles actuales.
                        De las muchas veces que subí y bajé la escalera de La Torre, de una de las ocasiones  guardo un recuerdo especial porque pudo tener  fátidicas consecuencias.
                        Como cada tarde despues del colegio, merendar y estudiar la lección para el día siguiente, saliamos a la calle a jugar,  y ¿a dónde íbamos?.......¡A La Torre! Allí  seguro nos encontrariamos con  alguno de los amigos de la pandilla y poco a poco se irian añadiendo  el resto, que según los dias, éramos más o menos. Aquella tarde, además de los amigos de siempre, Ignacio, Ezequiel, Pepito , Pascasio y alguno más, tambien estaba Lita la hermana de Ignacio, Aguedita hermana de Pepito, ambos nietos de Lucia Morales y algunas niñas más que no recuerdo.
                         No jugábamos a nada en concreto aún, estabámos algo dispersos pensando a qué podriamos jugar   con la participación de las chicas.  Mientras se decidía como pasariamos la tarde y cual seria el juego,un grupo de los que allí estábamos, no recuerdo exactamente cuantos  pero si que iba Pepito, su hermana Aguedita, uno de los dos  Ignacio o Ezequiel  y yo, subiamos y bajabamos por la escalera  que conducia a la terraza, y a medio de ella, saltábamos  5  - 6 escalones según las posibillidades de cada uno, compitiendo  por quién saltaba más.
                        Llevábamos un rato con los saltos  y una de las veces,  estando todos en la escalera a distinta altura de ella siendo Aguedita y yo los que, en ese momento, estábamos casi a la altura de la azotea, mientras los otros se disponian a dar la tanda de saltos,cuando, de pronto, alguien de los que no participaban gritó: ----¡¡¡Corran que viene Valerio el guardia!!! ---- Valerio se acercaba a pasos acelerados, con la porra en la mano, mientras nos  amenazaba con darnos una “polvasa”, cosa que siempre decia y nunca cumplia.
                         Los que estaban entre el primer tramo  de los escalones, saltaron como pudieron para quitarse de en medio  cuanto antes,quedando yo y detrás mio, Aguedita, atrapados en lo mas alto de la escalera. Aguedita que era mayor que yo unos años, me azuzó para que bajara rápido, cosa que hice hasta el rellano saltando de dos en dos los escalones,pero al intentar bajar mas rápidamente acuciado por los  empellones que me daba Aguedita  y un paso en falso en el primer escalón de la parte alta, me precipité escalera abajo dando volteretas hasta llegar al suelo, golpeándome la cabeza  en la base de cemento que sujetaba la escalera. Sólo logré  oir un grito y un ¡¡Se ha “esnucao”!!............. Cuando recuperé el conocimiento  me encontré en los amorosos y dulces  brazos de mi angustiada y querida madre y rodeado de  mis hermanos , amigos,  vecinos y no recuerdo si el médico, que  respiraron felizmente al comprobar que solo habia sido un susto, eso si, ¡un  tremendo susto!  
                             Entre mi tribulacíon y la pérdida del sentido, no tengo claro que pasó despues, ni durante mi estado cataléptico, solo recuerdo un fuerte dolor  en mi cabeza  y una venda  rodeándola  y apretando  una moneda que hacía presión en un hermoso chichón  que tardó algunos dias en desaparecer.



                                                                 Continuará ……

sábado, 19 de marzo de 2011

Las Escuelas

No sé exactamente a qué edad empecé a ir a la escuela, calculo que a los seis años, pero sí cuál  fue  la primera  de las varias que asistí a lo largo de mi  época de estudiante. La primera escuela es…… como el primer amor, el primer beso,  la primera  comunión, la primera experiencia sexual, la primera…..  Es el primer acto de integración en una colectividad cívica del mundo, muy importante en la vida social del hombre y el inicio para el conocimiento  de las bases que sustentará  el desarrollo de la futura cultura personal de un individuo. Como todo lo que se hace por primera vez y mas, a temprana edad, queda fijado en la mente como un sello indeleble que te acompaña a lo largo de toda tu vida.
                   Yo entré en contacto con el abecedario y los primeros garabatos de la escritura en una escuela particular situada en la casa, donde vivía el cura don Ignacio. Formaba parte de la iglesia y se comunicaba interiormente a través de una habitación, que recuerdo, estaba llena de trastos de la iglesia; bancos rotos, sillas en igual estado, maderas varias, incluso había algunas imágenes que solo tenían la cabeza y las manos, siendo el resto, un armazón de madera que se vestían con sus túnicas en caso de procesión o exposición.
                  Cuando entrabas en el cuarto, generalmente oscuro, me producía cierto temor por el juego de luces y sombras producido por algunos rayos de sol que penetraban a través de las rendijas de un ventanuco  que  daba a una de las terrazas de la entrada lateral de la iglesia,  haciendo destacar, en la penumbra, las siluetas de las imágenes como si fueran figuras fantasmagóricas.
                    Aunque la casa era del cura, allí vivía una amplia familia formada por el matrimonio Sr. Domingo  “ el Guardia” porque era guardia municipal  , su esposa Sra. Rosario; la hija mayor que le decían “La Nena” ,estaba licenciada en Filosofía y Letras y daba clases particulares a chicos y chicas  en su casa, otra hija llamada Aguedita,  de la que destacaba una peca verrugosa en el mentón que mas que afearla, le daba un aire “interesante” y la hija más pequeña Silveria, pero ya casada  y con una pequeña hija  Mª Rosario, a la que también llamaban “Nena”. Por cierto,” hermana de leche”, como se decía entonces, de mi sobrino Toñín pues mi cuñada Ángela amamantaba a los dos a la vez. Vivian también en la familia, dos niños huérfanos de un hijo muerto en la  guerra, Domingo, ya con unos quince años  aproximadamente y Oriol, de la misma edad de mi hermano Andrés  y buenos amigos, unos tres  años mayor que yo.
                       “La Nena” daba las clases a los mayores y era Aguedita la que se dedicaba a la enseñanza de las primeras letras, para ello, disponíamos de una cartilla (“Rayas”) y de una pizarra, dónde se escribía con un pizarrín.  Las escrituras se borraban con un trapo húmedo que se ataba con un cordel  a un  agujero de la madera que enmarcaba la pizarra, ahorrándose el consumo de cuadernos, aunque se usaba uno, con doble renglón para ir encarrilando la escritura.
               La clase se daba en una habitación a la derecha de la entrada a la casa y creo recordar que había una mesa  grande con unos bancos sin respaldo y en la pared frontal una pizarra grande. Lo que no recuerdo  cuantos alunnos éramos, salvo mi hermano y Oriol,no recuerdo a nadie mas.
             En el descanso que haciamos como recreo, nos ibamos a la parte trasera de la casa donde habia un gran terreno amurallado que llegaba hasta la carretera que iba a Taganana.  Allí jugábamos  en aquel terreno, donde aun se encontraba algún vestigio de que había sido el antiguo cementerio del pueblo. Recuerdo una especie de pasillo que subia un trozo  del solar, cubierto con una pérgola donde se enredaba una planta trepadora que tambien formaba parte del pasillo  exterior trasero que recorria la casa.
                    Pero de todo  este tiempo de mis primeros aprendizajes, hay tres momentos  que tengo bien grabados.
                    Una tarde mi hermano Andrés, que ya llevaba tiempo dando “lecciones de memoria” como se decía entonces,  y yo  estábamos haciendo los deberes en casa.,  Mientras  él estudiaba la lección que debia  saber para el día siguiente y yo escribia una plana de la cartilla  en el cuaderno de dos rayas, la radio estaba funcionando y en la emisora Radio Ciub Tenerife emitia un programa de chistes y ocurrencias graciosas y entre ellas,  el locutor hizo una pregunta  a un colaborador del programa  humorístico.----“A ver listillo, ¿En cuántas partes se divide el cuerpo humano? ---- “Muy fácil”--- contestó el humorista con voz infantil . ---“Pués…. Trés”.---- ”¡ Muy bién! Y ¿Cuáles son?--- Pregunta de nuevo el locutor.--- A lo que contesta el supuesto niño de forma cantarina ----“ ¡Chaleco, chaqueta y pantalón! “ provocando las risas de los oyentes.Nosotros también nos reimos y continuamos con nuestros quehaceres mientras la radio,de las escasas que entonces habia en el pueblo,continuaba  su programación.
                      Cada día entrábamos a clase a las 10 y en la gran mesa única, los mayores se colocaban al principio de la pared del fondo donde estaba la pizarra y a la cabeza de la mesa se sentaba la Nena en su silla con sus alumnos próximos a ella. Se dejaba un espacio vacio y después veniamos los pequeños,  y en el otro extremo de la mesa en su silla, se sentaba Aguedita que se hacia cargo de nosotros, en total seriamos 8 ó 10 alumnos.
                           Aquella mañana , como siempre, la clase transcurria con normalidad.  Cada uno con sus tareas correspondientes  mientras iba pasando el tiempo hasta llegar  el momento que, Nena, tomaba la lección a los alumnos mayores. Nena abrió  la enciclopedia por la página correspondiente a  la lección de Ciencia que correspondia  y  dijo: ---“El cuerpo humano….. Oriol, ¿en cuantas partes se divide el cuerpo humano?”---  Oriol respondió mas pronto que tarde --- ¡Trés! --- Nena dirigiéndose a mi hermano ----“ A ver Andrés, ¿y cuales son?”-----  y mi hermano, no sé si porque estaba distraido o impactado por lo que habia escuchado en la radio  mientras estudiaba la misma lección,  muy seguro de si mismo  e impertérrito soltó ---- “¡¡Chaleco,chaqueta y pantalón!!”---- ¿Cómo?  Preguntó  la maestra entre sorprendida y  enfadada ---¡Dilo otra vez! ---  Y el incauto Andrés repitió con la misma convinción. ----“ ¡¡Chaleco, chaqueta y pan….!!” ,¡¡¡AY!!! ----No había terminado la repuesta,  cuando sintió un fuerte dolor en la cabeza que casi le hizo saltar las lágrimas  como consecuencia del fuerte impacto  del reglazo que le propinó Nena. El resto de la clase, que al principio no pudimos contener las risas, quedamos en silencio mientras mi pobre hermano se debatia entre el dolor y la justificación de que todo habia sido una broma……..  La clase continuó con las risitas de todos y el mosqueo de mi hermano.                            
                     Pero…… La cosa no terminó aquí. Ya estaba a `punto de terminar la clase, cuando Aguedita, aprovechando la coyuntura del aprendizaje del cuerpo humano,  nos hizo repetir a los pequeños las partes del cuerpo humano: la cabeza, tronco, extremidades, corazón ,”estógamo,….” ----“¿Como, estógamo? “---dijo Aguedita muy sorprendida. ---- “Nooo,… se dice ¡estómago!. Dilo otra vez.”----. Y yo contesto ----“¡estógamo! “--- “Que no, que se dice ¡estómago! Otra vez,… es- tó- ma- go “-----  Y yo dale con  ¡estógamo! .  A los otros niños que lo habian dicho correctamente, les dió  permiso para que se fueran, mientras que a mí  me retendría en la clase hasta que no dijera ¡estómago! como Dios manda . Y yo volvía una y otra vez a decir “estógamo” . Aguedita,  pacientemente, me deletreaba la palabreja y yo la repetía correctamente ---e – s – t – ó –m –a – g – o  pero al decirlo de corrido, me salía “¡estógamo!”  No sé cuantos intentos hice inutilmente, pues cada vez, estaba mas nervioso y casi lloriqueaba ,  hasta que ¡por fin! salió de mis temblorosos labios la   fatídica palabra “¡¡¡ESTÓMAGO!!!.”. La repeti seguidamente con euforia y  alborozo un montón de veces “¡¡ estómago, estómago, estómago,…..…!! “  y salí corriendo a la calle dando saltos de alegria como pocas veces lo he hecho en mi vida . En recuerdo de  aquel mal rato,siempre que he de nombrar el dichoso órgano  digo---¡¡Estógamo!!--- Aunque se decirlo, desde entonces, perfectamente.  Pero ese día los hermanos Torti, se cubrieron de gloria.

                        El otro momento fué aún más doloroso. Ya sabia leer  y escribir correctamente y llegó el momento de iniciarme en estudiar de memoria  los primeras lecciones de las distintas materia que compone la enseñanza elemental: Geografía, Gramática,  Aritmética, etc… 
                       Del libro de primer grado heredado de mi hermano, Aguedita, me puso la primera lección que tenia que llevar aprendida para el siguiente día.  Llegué a casa muy contento porque era un paso importante  para  entrar en el mundo de los conocimientos. 
                      Después de merendar me senté en el patinejo que tenia mi casa y mientras merendaba, de las miguitas del pan que caian, acudían hormigas que diligentemente se las llevaban a su hormiguero. Me gustaba ver como una sola hormiga que encontraba una miguita, avisaba a las otras y en un momento venian un montón de ellas a recoger todo lo que caia llevándoselas en perfecta fila hasta su hormiguero. A  veces le ponía algún obstáculo,  pero ellas lo salvaban con tesón y la ayuda de otras compañeras. Me gustaba ponerles alguna mosca que cazaba  con la mano cuando estaban posadas  y a pesar de ser muy superior de  tamaño y peso, una sola hormiga, la arrastraba  penosamente  en espera de ayuda.
                        Con el libro abierto por la lección que me tenia que aprender, empecé a leerlo y pronto me di cuenta de la dificultad de memorizarlo. Lei la primera definición cuatro o cinco veces y cuando queria repetirlo de memoria, no conseguia hilvanar tres palabras consecutivas. Ante la resistencia a retener la definicion por falta de costumbre a memorizar, fui  acogiendo  un sentimiento de rechazo a  dar lecciones de memoria. Comencé a quejarme  y repetir que yo era muy pequeño para este paso y  no queria estudiar.
                         Mi padre, pacientemente, me daba ánimos a continuar  y hasta trató de explicarme un método que me facilitara   el aprendizaje. Yo me enfrascaba de nuevo pero sin concentración en lo que leia, distraido con las hormigas y deseando salir a jugar a la calle como hasta entonces hacia. De nuevo protesté  y comencé a llorisquear de que yo no servia para eso, que era muy pequeño,que no queria y no queria. Mi padre severamente sentenció----“ Hasta que no te aprendas la lección,no saldrás a la calle”--- Aquello desencadenó una llantina descomunal  mientras, entre sollozos,  gritaba : --- ¡No quiero estudiar,….  soy muy pequeño,…. no,…. no sé!---  mientras pataleaba en el suelo con una fuerte rabieta de niño malcriado  y como  final, estampando el libro  contra la  pared. Este gesto  acabó exasperando a mi padre, que quitándose la correa , me propinó dos buenos correazos a la vez que proferia --¡A estudiar la lección y el domingo sin cine!---…..Fué la primera y única vez que mi padre  me castigó  tan severmente, pero creo que me lo gané a pulso por mi obstinada y maleducada pataleta de niño mimado. Ese día aprendí no solo  mi primera leccion  de memoria, sino dos importantes lecciones más:  ¡Nada se consigue sin esfuerzo! Y… “Una “polvasa” a tiempo,vale más que cien victorias”.

                                                 …….  continuará 

sábado, 12 de marzo de 2011

La procesión


                        De los pocos actos  que se celebraban durante las fiestas, me gustaba mucho la actuación que hacia la Rondalla de San Andrés en la plaza. Creo haber dicho en otro apartado de mis “Recuerdos” que la rondalla la dirigía entonces Aquilino que vivía en la calle Belza y otro señor, que tocaba como nadie el timplillo y no recuerdo su nombre, pero creo que era el padre de Irineo que bailaba en la agrupación, como también, el hijo de Aquilino. Como cantantes femeninas, la primera voz era de Carmita, hija de Juana la “Lechera”, vecina mía de la calle La Cruz. Recuerdo su voz limpia y potente, las folías, cuando ella las cantaba, sonaban diferente a todas las demás. Como cantante femenina infantil entró Mari Luz, hija del “Nene” y de  “la Rubia”(siento no recordar sus verdaderos nombres). Vivian en calle La Arena frente a Correos. Mari Luz era una niña preciosa y cantaba como los ángeles, la recuerdo con especial cariño.
                      Otros componentes de la rondalla que recuerdo era mi hermano Rafael (Falito), tocaba la guitarra; Juanito Ledesma, tocaba la bandurria, vivía en La Plazoleta  en la primera de las tres casas que tenían un pequeño jardín en la puerta y era hijo del señor Ramón el Guardia.  Otro componente era Manolo Baute Pimentel hijo del señor Arturo y de la sra. Concepción,  más conocida por ”Cachona”. Vivian en la calle Jeta, frente a la Guardia Civil. Manolo tocaba la bandurria o el laúd, no estoy seguro. Pero lo que más recuerdo de Manolo era  su estilo único para bailar las malagueñas. Siendo un baile muy difícil, cuando él las bailaba, hacía con  su soltura y  dominio, algo más que un baile. Al compás de la cadenciosa música, era una danza llena de matices con sus vueltas y giros  que hacia dar a las cuatro o seis chicas  con quienes bailaba y dirigía, cogidas por la cintura. Realmente era un espectáculo.
                      Desde la alegre y parrandera isa con sus múltiples “ figuras”  de “puentes”, ”cadenetas”, “pasillos” “hombres dentro”, “mujeres fuera”,  “corros”, “parejas”,…..  todo ello bellamente enlazado, hasta la ceremoniosa y elegante folía, pasando por la picante y vibrante seguidillas y saltonas, con sus vueltas, giros y saltos; el baile de las cintas entrelazándose en el  mástil, portado por un miembro del grupo, era por su colorido,  uno de los que más me gustaba.  Las entradas y salidas de los bailarines pasando por debajo de las de diferentes cintas de colores  acortando  el diámetro  inicial ,para  seguidamente desliar todo lo trenzado en el mástil, volviendo a la longitud de las cintas del principio,  me producía cierto nerviosismo pensando que, en cualquier momento se enredarían, de tal forma, que no pudiera continuar la fluidez de la danza. Por fortuna, nunca vi que ocurriera. 
                      Me gustaba enormemente el folklore canario y durante todo la vida, siempre lo he seguido  allá donde he tenido ocasión de admirarlo y escucharlo no sin desencadenar  en mi una  profunda emoción. Estoy seguro  que de haber continuado  en San Andrés, hubiera pertenecido a su estupenda Rondalla.
                    
                          Pero de todos los actos de las fiestas, el más  trascendental  y daba origen a la celebración de todos los demás, era la solemne Misa por la festividad del Santo Patrón , y llegando a su  punto álgido, la concurrida  salida en procesión de la bella y antigua imagen de San Andrés por las calles empedradas del pueblo pescador y marinero.
                       Se celebraban dos salidas de San Andrés en procesión, la víspera por la tarde y al día siguiente  festividad del Santo por la mañana después de la  Misa. En mi relato abarco las dos salidas en una sola narración para evitar repeticiones, aunque existían pequeñas diferencias
                      Con  un alegre “pasacalle” por las principales calles del pueblo a cargo de una banda ya habitual  cada año, procedente de Arafo,  y  con los cohetes de rigor, se iniciaban las celebraciones el día de San Andrés.  Más tarde, el repiqueteo alegre y festivo de las campanas avisando el comienzo de la misa, daba paso a la parte  ceremonial  y religiosa del gran día del Santo.  De todo los rincones del pueblo acudían los feligreses con sus mejores galas, muchas de ellas estrenadas  con gran ilusión y no menos esfuerzo, en este señalado día. Todas las mujeres que acudían a los actos religiosos  siempre iban con la cabeza cubierta de bellos velos  de encaje   cogidos a sus cabellos por lujosos y trabajados  alfileres de plata,  oro y gemas,  según la posición  social de su poseedora. Este  sutil tocado se alargaba hasta los hombros  enmarcando y resaltando los bellos rostros femeninos, a la vez que le daba  a su portadora ,un cierto aire elegante y señorial . Los hombres estrenaban trajes o saharianas y muchos,  por una vez al año,  se ponían una corbata.  Ese día la pequeña iglesia se llenaba hasta quedar gente fuera ocupando buena parte de la escalinata de la entrada principal.                                                                                                                                                                                             
                     Como siempre, los tres hermanos estábamos pronto en la iglesia con los preparativos para la ceremonia. El altar especialmente engalanado y el Santo Patrón bajado de su hornacina habitual  y ya con su manto rojo que sólo lucía en las procesiones, colocado en sus andas bajo su blanco baldaquino de madera adornado con las mismas flores artificiales de seda de todos  los años, estaba preparado para su salida procesional.
                   La misa era cantada, como correspondía a las celebraciones  solemnes,  generalmente se la Misa de Angelis   de sobrio  y austero gregoriano, pero en la  fiesta del Apóstol, se cantaba la Misa de Pio X, mas melodiosa y polifónica,  dando más brillantes  al acto religioso. Como siempre, doña Chana era el “alma mater” de todo lo concerniente a la música para los cultos religiosos. Ella dirigía el coro, tocaba el órgano y seleccionaba los cánticos para los diferentes actos eclesiásticos. Era una sra. muy preparada, maestra de escuela, carrera de piano y  procedente de familia culta e influyente de La Laguna.
            Fotos procesión: cedidas por Salmonete de San Andrés                                   
                    Llegado el momento de la salida de la procesión, toda la plaza llena de  fieles devotos, esperaban pacientemente y expectantes ver aparecer el Santo por la baja puerta de la iglesia. Previamente se había subido la parte central del suelo de madera del coro porque, la parte alta del baldaquino, tropezaba con  ella. Debajo de la escalinata ya esperábamos los acólitos la salida y durante todo el trayecto procesional íbamos encabezando la procesión, la cruz y los dos ciriales. A unos   15-20 pasos  mas atrás  el Santo Patrón,  sobre sus andas, era portado por seis feligreses que se iban cambiando,  cada cierto tiempo,  por otros diferentes,  a lo largo del recorrido. Entre la cabecera procesional  y la imagen, a ambos lados, los hombres  y la chiquillería, formaban una  fila desigual,  hasta llegar a los laterales de los portadores, preparados para, en cualquier momento, hacer los relevos . Ya detrás del  Santo,  el sacerdote y autoridades  seguido la banda de música, que cada año venía de Arafo,  amenizaba con piezas musicales  apropiadas, el recorrido procesional . A continuación en compacta  larga cola,  se distribuían las  mujeres, entremezcladas con  parejas, forasteros y fieles que devotamente cumplían alguna promesa  ofrecida al Santo por algún beneficio obtenido. 
                  Unido a los sones de la banda de música  que  animaba el recorrido,  los “foguetes voladores”, completaba el acompañamiento sonoro, con sus esporádicos estruendos, que  unas veces  a los lados de la fila y otras, delante de los ciriales y la cruz, tiraban un par de hombres pertenecientes a la cofradía . Sin más protección que sus robustas  y trabajadas manos,  cogían la cápsula  contenedora de la pólvora del cohete y  sosteniéndola con dos dedos, aplicaban a la mecha  el ascua rojiza del cigarrillo que fumaban uno tras otro, saliendo disparados hacia el cielo dejando una estela de chispas y humo rematado por un ruidoso  trueno,  al que se le unía un fuerte olor a pólvora que inundaba el ambiente. Un par o tres  veces durante el recorrido, uno de los tiradores de cohetes, se colocaba delante del Santo y encendía una pequeña  rueda de fuego manual dando con sus continuos choros de chispas  y esporádicas explosiones, un poco de variedad y colorido .
                      La procesión discurría por la calle Belza hacia la playa  hasta la parada de las guaguas. Continuaba  hacia el Castillo para subir  calle La Cruz,   salir a La Torre y enfilando la calle del cine, volvía  a la Plaza para entrar de nuevo al templo.
                      Llegando a la parada de las guaguas, en la entrada del Muellito y a partir de ahí, hacia  el Castillo, había una serie de postes de la luz , de madera, que  sostenían los cables del alumbrado y cada dos de ellos tenia una  vieja pantalla con una bombilla que alumbraba el espacio entre una y otra. Era costumbre a la altura de la entrada al Muellito, en los  primeros postes de la luz, se montaban unas ruedas de fuego artificiales ya de cierta envergadura. Cuando la procesión llegaba próximo a donde estaba colocada la rueda de fuego, se detenía guardando una distancia prudencial   para evitar que las abundantes chispas que se originaban cuando la rueda giraba, alcanzara a los acompañantes y al propio Santo. Todo el mundo se apartaba prudentemente y nosotros ,los monaguillos, aun manteniendo  la cabecera procesional, también  tomábamos las debidas precauciones.
                      Aquel año  había trascurrido todo  como de costumbre: los adornos, los puestos de feria, partido de fútbol ,los forasteros, las perras de vino y sus secuelas, todo, incluyendo la misa cantada  y  la procesión,  se repetía casi de la misma manera  y monotonía de siempre.
                        La procesión ya estaba en la calle, había bajado la calle Belza y se encontraba en la parada de las guaguas haciendo la espera  de rigor ante el poste de la luz en cuya madera estaba clavada la  especial rueda de fuegos artificiales a punto de iniciar su descarga de fuego-   Uno de los pirotécnicos prendíó la mecha de la rueda situada más abajo e inmediatamente, comenzó a girar  desprendiendo abundantes   chispas al mismo tiempo que producía un característico ruido que, de tanto en tanto, se paraba unos segundos para reiniciarlos con mas potencia y velocidad  ---¡¡¡ Chiissschiiissschiiiss…CHIIISSSCHIIISSS…PUUUMMM!!! ---Acabando en una explosión cuando se agotaba el contenido de pólvora de un  cartucho,  iniciando a la vez  a otro , que despedia mas chispas, explosiones y humos que el anterior. Así, uno tras otro, iban poniéndose en movimientos las diversas ruedas que componían el conjunto, formando en algún momento, una bola de fuego, humo y fuerte explosiones que se expandía por un amplio espacio teniendo que  recular con rapidez, los que estábamos  más próximos, ante la  abundante lluvia de chispas candentes.
                             En el último tramo de la rueda cuando estaba en todo su apogeo de chispas ardientes, humo, olor a pólvora y explosiones de traca final…. yo “embobao”, veo venir hacia mí una lluvia de fuego que aunque trato de evitar  saltando hacia atrás, me alcanza todo el bajo de la sotana . Asustado queriendo sacudirme las chispas ardientes, suelto el cirial cayendo sobre la cabeza de uno y los pies de otro de los que estaban a mi lado. Acudieron mis hermanos sacudiéndome los bajos de la sotana evitando que ardiera ,cosa que no se produjo. Se armó un pequeño revuelo que casi pasó desapercibido  disimulado por los agónicos estertores de la rueda que agotaba los últimos cartuchos de pólvora  entre las explosiones finales en clave de traca……. De todo el  incidente, quedó unos momentos de temor  y desconcierto pero,  por fortuna, sin ninguna consecuencia  ni para los golpeados por el cirial, ni para mí, ya que no sufrí ninguna quemadura, ……..pero  en la sotana  quedaron,  como recuerdo, unos hermosos agujeros  que más tarde, se encargó mi madre de reparar.  
                            Restablecido el orden de nuevo, cirial  en ristre  y como si nada hubiera pasado , la cabecera de la procesión y el resto de ella, reanudó la marcha  camino de enfilar  calle La Cruz, con el mismo ritual de los cohetes tirados al cielo por los cofrades y  de tramo en tramo, encender una pequeña rueda de fuego  manual que no eclipsaba los elogiosos comentarios de lo bonito que había sido la rueda anterior, hasta llegar de nuevo a la Plaza.      
                  Antes de introducir al Apóstol en la iglesia  había una última parada al pie de la escalinata. Todos los asistentes a la procesión se situaba frente a ella  ocupando los laterales de la iglesia dejando el espacio de seguridad  suficiente para protegerse del encendido de una última  carcasa de fuegos artificiales que previamente se había colocado a lo largo del campanario. Dada la experiencia ocurrida anteriormente, tomé las debida precauciones no fuera que se repitiera el incidente.
                  Poco a poco empezaba una lluvia de brillante  estrellas blancas que recorria toda la base  de  lo que comprendía la espadaña del campanario cayendo hacia el suelo cada vez de forma mas intensa   como una hermosa y rumorosa cascada de luz hasta formar una espesa cortina  de un blanco intenso y luminoso que ocultaba todo la fachada comprendida por el campanario.
                   Durante breves minutos, todo el recinto exterior de la iglesia  se llenaba de resplandor, humo, olor a pólvora  y cuando ya comenzaba a extinguirse la chispeante cascada lumínica,  justo coincidiendo con las explosiones finales,…. una lluvia de cohetes voladores  preparada en el interior del patio que daba acceso al campanario, subían por encima de la espadaña con su silbido y cola de chispas  explotando en un -¡¡ ¡ pim, pum, repampumpum, pom, pum!! continuado  e intenso,  a modo de traca final y  despedida, hasta el próximo año.                                
                              Acomodado ya en su lugar dentro de la iglesia, El Santo Patrón exhaló un suspiro de alivio. Mirando al Sagrario y con cara resignada le decía:--“ Señor, este monaguillo acabará conmigo de un susto. El año pasado me “tufó” con los malos olores  y este año…. por poco provoca una desgracia. Te lo ruego Señor,¡¡¡Haz que se vaya de aquí!!!”----
                          Y… como hablaba con Dios sin intermediarios, ocurrió que en la primavera del siguiente año, salí de San Andrés con gran dolor mio y de toda la familia, hacia otro  lugar  incierto, dejando en ese pueblecito parte de mi infantil  corazón, junto a algunos familiares, amigos, lugares , juegos , vivencias y cientos de bellos recuerdos que ahora revivo con emoción y durante muchos años he guardado con verdadero cariño dentro de mi alma.
                          Corría el año 1950 y yo, hacía  poco había cumplido 9 preciosos años. Y…… estoy seguro que, mientras  yo salía hacia el puerto  de Santa Cruz con medio pueblo y nosotros llorando, ……. en su hornacina,  con una maliciosa sonrisa y mirando al cielo, San Andrés  exclamaba: --“Gracias Señor. ¡¡ AL FIN !!

L. Torti                   Febrero  2011